Archivos de Ciencias de la Educación, vol. 14, nº 18, e088, diciembre 2020-mayo 2021. ISSN 2346-8866
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Ciencias de la Educación

Artículos

Las pujas de poder entre el Colegio Nacional “Rafael Hernández” y la UNLP entre 1973 y 1974

Talia Meschiany

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Cita recomendada: Meschiany, T. (2020). Las pujas de poder entre el Colegio Nacional “Rafael Hernández” y la UNLP entre 1973 y 1974. Archivos de Ciencias de la Educación, 14(18), e088. https://doi.org/10.24215/23468866e088

Resumen: Este artículo basado en testimonios y diversos documentos escritos de carácter institucional, pretende reconstruir el despliegue de un abanico de estrategias que visibilizan las formas que adquiere la dinámica de politización de la cultura escolar y las tensiones que se producen en materia de gobierno de la escuela, haciendo hincapié en las disputas que se dirimen entre el Colegio Nacional “Rafael Hernández” y la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), en un escenario histórico atravesado por el regreso del peronismo al gobierno, la propagación de la protesta social y la radicalización política, entre los años 1973 y 1974.

Palabras clave: Universidad Nacional de La Plata, Colegio Nacional “Rafael Hernández”, Pasado Reciente, Pujas de poder.

Power bids between the “Rafael Hernández” National College and the UNLP between 1973 and 1974

Abstract: This article, based on testimonies and documents, aims to reconstruct the deployment of a range of strategies that make visible the forms acquired by the politicization dynamics of school culture and the tensions that occur in matters of school governance, emphasizing the tensions and disputes that are settled between the National College “Rafael Hernández” and the National University of La Plata (UNLP), in a historical setting crossed by the return of Peronism to the government, the spread of social protest and political radicalization, between 1973 and 1974.

Keywords: National University of La Plata, National College “Rafael Hernández”, Recent Past, Power bids.

Introducción

En este artículo1 nos proponemos describir y analizar una multiplicidad de tensiones y disputas que se dirimen entre las autoridades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y los diferentes actores de la comunidad educativa ligados al Colegio Nacional “Rafael Hernández”2 entre los años 1973 y 1974, en un escenario histórico más amplio, atravesado por el regreso del peronismo al gobierno, la propagación de la protesta social y la radicalización política, al tiempo que se recrudecen las formas dramáticas y violentas que adquiere la lucha política y un Estado que amplifica y expande prácticas -legales e ilegales- de represión y disciplinamiento en diferentes escalas de la sociedad (Franco, 2012).

En este trabajo, pretendemos visibilizar la dinámica de diversas estrategias de politización desplegadas por los jóvenes, el claustro de los profesores, no docentes, padres3 y egresados que ponen en tensión la relación entre la UNLP y el Colegio Nacional. Esta dinámica particular se inscribe, como señalamos antes, en el marco de una coyuntura políticamente densa registrable en diferentes ámbitos institucionales, nacionales, provinciales y locales, de los cuales, el espacio educativo, no queda al margen (Luciani, 2018, Tocho, 2015, Abbattista, y Ramírez, 2011, Nievas, 1999).

Traspasar la dimensión macro de la gran política y atravesar el muro de la escuela para comprenderla por dentro, también vuelve inteligible la relación de la institución educativa con la Universidad y el resto de la sociedad, en esta particular coyuntura. Si bien el C.N forma parte de la UNLP y adquiere, por ello, una cultura institucional ligada a la casa de altos estudios de la ciudad de La Plata, también es cierto que posee sus propias lógicas de orden histórico, razón por la cual resulta posible advertir una cultura escolar específica (Julia, 1995) capaz de cuestionar a las mismas autoridades universitarias en materia de gobierno escolar.4

Desde un enfoque que recala en la perspectiva institucional (Remedi, 2008, 2014), las preguntas que nos planteamos tienden a interrogarse por la historia de la Universidad Nacional de La Plata y uno de sus colegios secundarios emblemáticos, más precisamente, por las formas de acción directa y prácticas colectivas de movilización a través de las cuales, diferentes actores de la comunidad educativa, lograron expresar y canalizar intereses propios, entre los cuales encontramos un cuestionamiento a la autoridad, el control y la disciplina.5

A los fines de nuestro trabajo, escrutamos un conjunto de fuentes escritas pertenecientes al Colegio Nacional y a la UNLP, donde encontramos información acerca de la gestión administrativa y pedagógica de la escuela. Por otra parte, también nos basamos en la construcción de fuentes orales, a partir de entrevistas individuales y colectivas que se realizaron a ex alumnos y docentes, así como también a quienes, por entonces, ocuparon cargos directivos.6

Asimismo, se analizó información que circuló a través del diario El Día, con el propósito de reconstruir una panorámica relativa a la marcha y contramarcha de los acontecimientos que se suscitaban en el Colegio Nacional “Rafael Hernández”. Este histórico matutino local de marcada tendencia antiperonista7 nos sirve, por un lado, como fuente histórica que complementa la información encontrada en los documentos y, por otra, en tanto portavoz de ideales sociales acerca del lugar de los jóvenes, el orden y la disciplina escolar.

Resulta posible armar, a través de estas fuentes, un rompecabezas de las diferentes posiciones que asumieron los diversos actores de la comunidad educativa con relación a las decisiones que se tomaban desde la presidencia de la UNLP, demostrando el ejercicio de una autonomía relativa respecto de las autoridades universitarias. Aventuramos la hipótesis que la misma se basa en la tradición del C.N., fundado, incluso, un tiempo antes que pasara a formar parte de la UNLP en el año 1905;8 tradición que se nutre del reconocido y prestigioso lugar que el imaginario cultural y social de la ciudad de La Plata ha depositado durante más de una centuria sobre esta institución educativa.

La Universidad y los colegios secundarios con la llegada del peronismo a la UNLP

Una de las características que selló de forma dramática y violenta el proceso de apertura democrática, luego de 18 años de proscripción del peronismo, fue la aguda tensión entre los sectores de la Juventud Peronista, ligados a Montoneros, y la derecha política sindical del movimiento (Tocho, 2015) En esta puja, al menos los primeros meses y con la venia del Gral. Perón, la balanza se inclinó hacia la Tendencia Revolucionaria y la presencia de funcionarios públicos del ala más progresista del peronismo en puestos claves de gobierno (Abbattista y Carnagui, 2014).

Así fue que, Jorge Taiana, médico personal de Perón y quien fuera Rector de la UBA entre noviembre de 1953 y junio de 1955, ocupó el cargo de Ministro de Educación de la Nación. Desde la cartera educativa, el 29 de mayo decretó la intervención de las universidades nacionales y el día 31 de ese mismo mes, nombró a algunos de los Delegados Interventores, entre ellos, al Dr. en Filosofía, Rodolfo Agoglia, en la Universidad Nacional de La Plata; un reconocido profesor e intelectual que fue Decano de la Facultad de Humanidades y Cs. de la Educación de la UNLP en el período 1953-1955.

La propuesta político académica para la casa de altos estudios, en este nuevo ciclo histórico que se abría con la conducción peronista en la sede universitaria local, quedó plasmada en el documento Bases para la Nueva Universidad. Este texto, que grupos vinculados al peronismo de izquierda venía elaborando durante los años precedentes (Lanteri y Meschiany, 2015), no planteaba explícitamente consideración alguna para sus colegios secundarios, aun cuando sus objetivos pretendían atacar el corazón de las concepciones de la escuela republicana, liberal y capitalista. Tal como escribía Eduardo Godoy (1995), un dirigente de ATULP9 involucrado en el proyecto de la Nueva Universidad, se tenía el propósito de sumar a vastos sectores de la sociedad e incorporar a un “alumnado más heterogéneo y por lo tanto más representativo de la comunidad.”

Los primeros anuncios para el nivel secundario fueron: 1) el reemplazo de los planes de estudio para llevarlos de seis a cinco años, 2) la abolición de los exámenes de ingreso y 3) la creación de un bachillerato nocturno para adultos mayores de 21 años para todos los empleados de la universidad que no hayan podido cursar o completar el ciclo secundario.

El avance del proceso de reforma académica comenzó recién a mediados de julio ya que, como se analizará en este artículo para el Colegio Nacional en particular, desde principios del mes de junio, éste estuvo sumergido en el conflicto suscitado en torno a la designación de su Rector y la disputa con las autoridades universitarias de la UNLP. A raíz de ello nos preguntamos ¿cómo se estableció la relación de fuerzas entre la UNLP y el Colegio Nacional entre los años 1973 y 1974? y ¿qué posición asumieron los diferentes actores de la comunidad educativa frente al proceso de politización de los estudiantes?

1973. El recambio de las autoridades en el período de la intervención

Una vez que Agoglia asumió como Interventor de la UNLP,10 renovó gran parte de las autoridades en las diversas unidades académicas, sobre la base de los acuerdos establecidos con las agrupaciones peronistas que apoyaron la nueva gestión. Sin embargo, confirmó en la dirección del Colegio al Profesor Alfredo Ángel Carasatorre,11 cargo que desempeñó desde el mes de octubre de 1967. Ambos compartían no solo la profesión y una larga amistad, sino también el hecho de haber sido cesanteados por la denominada “Revolución Libertadora”.12

La permanencia de Carasatorre generó una inmediata crisis interna en los diferentes claustros, principalmente entre los estudiantes, ya que el Rector, no dejaba de encarnar la continuidad de la dictadura que se había extendido de 1966 a 1973.13 Asimismo, el conflicto se traspoló a la sede del Rectorado de la UNLP, donde Agoglia y otros funcionarios debieron afrontar las diferentes demandas, no solo del cuerpo estudiantil, docente y no docente sino, además, las que provenían de diferentes sectores de comunidad educativa que se inmiscuían directa o indirectamente en los asuntos del Colegio.

Tomando la crónica que El Día hizo de los acontecimientos, la secuencia fue la siguiente: Agoglia confirma a Carasatorre el 2 de junio; el día 9, un grupo de docentes eleva un comunicado apoyando la confirmación del Rector y, la noche del 18, los estudiantes toman el Colegio exigiendo su renuncia y la de los tres Vicerrectores: Hugo Satas14, Helvio Peralta15, Adolfo Barbano16 y el Secretario, Ricardo Giles17. Expresaban, a su vez, reclamos que abarcaban mayor participación en la toma de decisiones para realizar cambios pedagógicos: “se instaure un gobierno tripartito y formar mesas de estudio, también tripartitas, a fin de preparar un nuevo programa de estudios acorde con las necesidades del pueblo”.18

Tal como expresa Luciani, las tomas de escuelas y universidades permitieron gestar espacios de organización estudiantil que incluyeron un amplio abanico de demandas, entre ellas, la renuncia de las autoridades que provenían de la dictadura, cambios en los planes de estudios y la modificación de normativas respecto de la vestimenta (Luciani, 2018).

En este sentido, la lucha contra el continuismo queda expresado en la voz de un ex estudiante que recuerda la toma de esta forma:

[Decíamos] a este Rector, que es de la dictadura, no lo queremos más (…) Fue una toma larga... fueron varias noches (...) Los tipos activistas, muy comprometidos. Sobre todo lo que era la UES. Eran los más numerosos (…) Ellos eran los que tenían el contacto con las autoridades de la Universidad. Entonces, bueno, de alguna manera, ellos eran los más notorios dentro de la toma, pero no eran ellos solos (...) Hubo noches donde venía la CNU y nos amenazaba. Entonces salíamos [y entrábamos] del Colegio, porque ¿cómo íbamos a enfrentar a los fachos que estaban armados y nosotros no teníamos garantizada la seguridad de los Montos ni de nadie?19

Sin duda, la decisión de Agoglia de mantener a las autoridades previas incomodaba más a la rama juvenil del movimiento peronista vinculado a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), que al resto de las agrupaciones del Colegio, como la Corriente de Izquierda Secundaria (CIS) y otras organizaciones políticas que, a diferencia de las dos primeras, tenían menor incidencia en este contexto.

En este sentido, la UES, por un lado, debía plegarse a las decisiones que provenían del Rectorado (y a nivel nacional) pero a su vez no podía dejar de representar la voz del claustro de los estudiantes y las decisiones que éste resolvía en diferentes asambleas.

Como resultado de la reunión que un grupo de estudiantes peronistas del C.N. mantuvo con Agoglia y un encuentro con algunos dirigentes de la Juventud Universitaria Peronista (JUP), podemos advertir que el tono de las declaraciones estudiantiles fue ambigua respecto a la dinámica de las tomas en el Colegio.

El sábado 23 de junio, el diario El Día recogía los puntos vertidos en un comunicado que, a diferencia de las declaraciones del 18, parecía acercar posiciones al Rectorado. Allí expresaban que el Colegio:

no se encontraba tomado sino en estado de asamblea permanente, labrándose un acta frente a escribano público. La medida se tomó previa comunicación al delegado interventor de la Universidad, Rodolfo Agoglia, quien no concurrió por razones de tiempo pero que se lo mantuviera informado de lo que pasara en la Asamblea. No se desconoció su investidura en ningún momento, sino por el contrario que su espíritu fue defender la cultura del pueblo y para el pueblo a quien el profesor Agoglia representa en la Universidad.20

Mientras que algunos docentes y trabajadores no docentes coincidían con el reclamo de los estudiantes, la mayoría del claustro de profesores desconocía la toma y apoyaban las decisiones de Agoglia relativas a la continuidad del Rector, basándose en “los principios de orden, autoridad y disciplina que Carasatorre había sabido sostener en el Colegio.”21

Resulta posible hipotetizar que los docentes y no docentes cercanos a la Tendencia, -aunque minoritarios dentro del Colegio-, también estuvieran atravesados por el conflicto de tener que acatar las órdenes del gobierno de la Universidad y mantener a unas autoridades que provenían de la dictadura.

Esta situación puede reflejarse en la asamblea que un grupo de docentes representados en la Agremiación Docente Unificadora (A.D.U.) realizó el 9 de junio de 1973 en el C.N, donde decidía:

adherir a la política educativa del gobierno y prestar colaboración para que fundamentalmente se procure el mayor acceso a la cultura de todos los sectores populares, apoyar la gestión de las autoridades del establecimiento en coincidencia con los lineamientos generales de la política universitaria actualmente establecida y que A.D.U. mantenga permanente contacto con las autoridades constitucionales.22

El sector de los no docentes, nucleados en ATULP, tuvo un protagonismo central en la elaboración del proyecto Bases para la Nueva Universidad y, en materia de decisiones, fue clave para la elección de la conducción de las diferentes sedes académicas de la UNLP. No obstante, en una asamblea realizada el 20 de junio, apoyó a las autoridades que venían de la dictadura por 33 votos contra 11 aunque, ante la ausencia de muchos de sus afiliados, dicha votación no fue tenida en cuenta y una comisión interna del gremio terminaría de definir la situación.23

En ese clima de suspensión de clases, tomas y asambleas, donde los padres solicitaban a las autoridades de la UNLP que intervengan con inmediatez a los fines de resolver el conflicto, por su parte, un grupo de egresados también tomó cartas en el asunto, manifestando su apoyo a las autoridades y criticando a docentes y estudiantes:

El interventor reúne en sí las cualidades de Presidente y Consejo Superior de la universidad por decreto del P.E.N y por lo tanto es inadmisible la presentación de un poder paralelo que a espaldas de la ciudadanía pretenda erigirse en juez inapelable del destino de la institución (…) Dicha movilización es alentada por un grupo minúsculo de profesores quienes en sorpresivo cambio se autotitulan partidarios del actual gobierno y en actitud reprobable no vacilaron en alentar posturas de rebelión en los alumnos (…) Los reclamos estudiantiles se deben canalizar a través de los cauces legales ante las autoridades legalmente investidas porque debemos respeto hacia una conducción que durante el transcurso de nuestra trayectoria en el colegio en los años del gobierno militar soslayó toda acción discriminatoria y de la que fueron beneficiarios quienes ahora se instituyen en sensores de la política que mantuvo en libertad el proceso de nuestra formación de bachilleres.24

El lunes 25 de junio, quizás fue la jornada más álgida del conflicto entre estudiantes y profesores, enfrentándose en las instalaciones del Rectorado.

Mientras que un sector de los docentes reunidos con Agoglia volvía a ratificar el apoyo a las autoridades previas y denunciaba, además, que algunos miembros del claustro, vinculados al partido comunista, estaban promoviendo el caos y el desorden dentro de la institución y que alentaban un estado de inestabilidad interna, sufriendo agresiones y amenazas, por otra parte, un grupo de estudiantes irrumpía en esa misma reunión, según El Día, con “cartelones y cánticos”, presionando al Secretario de Asuntos Académicos, Guillermo Cendagorta, para participar en la misma.25

La tensa jornada derivó en un encuentro entre Agoglia y un grupo de 8 delegados estudiantiles representantes de los tres turnos, Mañana, Tarde y Noche. La reunión fue clave para que la balanza se inclinara a favor de los jóvenes. El 27 de junio de 1973, se aceptó la renuncia del cuerpo directivo del C.N. y se designó al Ingeniero Adolfo Pallaro como Vicerrector del Turno Mañana a cargo interino de la Dirección de la institución26 y a los profesores Julio Ricardo Porto y Norberto Emir Scasso como Vicerrectores del Turno Tarde y Noche, respectivamente27. Ese mismo día, los estudiantes levantaron la asamblea,

considerando que el estado de asamblea ha sido desvirtuado y tergiversado por los enemigos de la educación popular, que nos trataron de grupos minoritarios, inconscientes, e influenciados por profesores comunistas, y que adujeron que el Colegio estaba tomado sin garantías para profesores, manifestamos que estas reuniones no son un factor de presión para influir en la determinación que el señor Delegado Interventor adoptará en respuesta a nuestros reclamos (...) dejando la determinación a su buen criterio, libre de todo lo que pueda entenderse como influencia desleal e interpretando que será justicia a nuestros reclamos y no una supuesta presión lo que determine su voluntad al respecto.28

El 28 de junio, las nuevas autoridades se hicieron cargo de sus funciones y, según declaraciones de A. Pallaro, durante ese día, tuvo reuniones con los estudiantes de los tres turnos, quienes se comprometían a “zanjar las diferencias existentes [y que] iban a coparticipar junto a los docentes titulares y auxiliares y a los no docentes en la reorganización de todo aquello que interese al alumnado.” Respecto al tema relativo a la participación de las mesas tripartitas de trabajo, reclamo por excelencia del claustro estudiantil, expresó que: “la idea central es que ellos compartan y efectúen dentro del espectro del gobierno del colegio, diversas sugerencias, aunque, en lo que concierne a lo estrictamente ejecutivo, correrá por cuenta de las autoridades (...) ellos dirán después si lo que hemos dispuesto está bien o mal.” 29

Pallaro, un histórico Profesor de Física del Colegio, también dejado cesante desde 1956 y reincorporado en 1973, mostraba cierto acercamiento al claustro estudiantil pero, en cambio, ponía en evidencia la tensión con los docentes, al manifestar que las clases no se habían reanudado con normalidad debido a la ausencia de los profesores.

La respuesta no tardó en llegar. La comisión interna de docentes adherida a A.D.U., que había manifestado el apoyo a Carasatorre por amplia mayoría, difundió un comunicado a través del cual expresaban que “el jueves pasado no se dictaron clases por encontrarse los alumnos en estado de asamblea y por la presencia de las nuevas autoridades en el Colegio, con el consiguiente intercambio de ideas.”30

Los profesores volvieron a clase al día siguiente pero, efectivamente, la designación de Pallaro dirimía el conflicto con los estudiantes pero abría un nuevo frente con el sector de los docentes y auxiliares que habían apoyado la continuidad de Carasatorre.

Durante los meses que siguieron, las nuevas autoridades, profesores y estudiantes estuvieron abocados a la reorganización de las actividades académicas y la proyección del ciclo lectivo para el año 1974 (Meschiany, 2015) Los frentes de conflicto no cejarían, de todos modos. Pues, aquel “verano caliente” del ‘74 (Abbattista y Tocho, 2012) estuvo atravesado por profundos y significativos embates políticos que también alcanzaron el ámbito académico. Los debates sobre la Ley Universitaria consumirían gran parte de las discusiones de la época en diferentes sectores de la sociedad.

1974. El período de normalización de la UNLP

Como resultado de la nueva Ley Universitaria sancionada el 14 de marzo del año 1974, comenzó el proceso de normalización de las sedes de estudios superiores del país y se designaron nuevas autoridades. Desde entonces, la UNLP quedó en manos del Médico Psiquiatra F. Camperchioli31, quien asumió el 1° de abril como Rector Normalizador en una convulsionada jornada. Su figura generaba desconfianza entre los sectores universitarios que habían encarnado el proyecto de la Nueva Universidad desde mayo de 1973, sospechas que se fundaban en el hecho de que tanto la CNU como el SOEME32, gremio opositor a ATULP, apoyaron expresamente al Dr. Camperchioli.

Tampoco fue fácil su entrada como Delegado Normalizador en las instituciones educativas del circuito de pregrado de la UNLP. En el Colegio Nacional, el anuncio que hicieran las autoridades sobre cambios en el aseo personal y el uso de la vestimenta, contribuyó al inicio de un ciclo de un ciclo lectivo ya convulsionado desde el inicio de clases.

En 1973, los estudiantes habían dejado atrás el saco y la corbata, hecho que tomaban como un triunfo del claustro y se había relajado la mayoría de las tradiciones relativas no sólo al orden y la disciplina sino también, una estética escolar que se pretendía uniforme33.

Si tenemos en cuenta que el vestuario forma parte fundamental de la experiencia cultural del tránsito por la escuela (Dussel, 2003) y que, además, tal como señala Pineau (2018), en su faceta sensible ella implica, implícita o explícitamente, un conjunto de valoraciones no solo estéticas, sino también políticas, acerca de los estilos de funcionamiento escolar, resulta plausible comprender la resistencia que estas medidas generaron entre los estudiantes.

Las nuevas normas incluían el uso de guardapolvo blanco para las mujeres y los varones, además de algunas pautas en el corte de pelo y el uso de la barba. Éstas fueron resistidas no solo por una masiva asamblea de estudiantes34 sino también por los progenitores de los alumnos, aduciendo al costo y la escasez de dichas prendas, aclarando que el saco, la camisa y la corbata “tendrán la prestancia adecuada, digna de la tradicional elegancia de los jóvenes de nuestra ciudad”, concepto que afirma el sentido clasista del gusto en el imaginario cultural educativo sobre los alumnos del Colegio.

Preocupados por la falta de autoridad, los padres de los tres colegios secundarios de la UNLP solicitaron al Rector de la casa de estudios una “medida urgente, concreta y definitiva” al problema de la indisciplina y la normalización de las actividades escolares, expresando que:

Se está quebrando la unidad familiar. Nosotros no enviamos un hijo a la escuela para que se convierta en nuestro enemigo, sino para que se capacite como corresponde. Los chicos regresan a sus casas porque no hay clase. En muchos casos se quedan, hay que reconocerlo, porque a esa edad les atraen las movilizaciones y las asambleas tumultuosas.35

Días más tarde, Camperchioli respondía:

...sea su rango secundario o universitario, deben existir el orden y la disciplina. Orden y disciplina que no significan inmadurar al púber ni al adolescente, pero sí otorgarles reglas, asesorarlos. En una universidad nacional y en una realidad nacional, el respeto también forma parte de las normas de vida del presente y el futuro (...)36

Sin embargo, el conflicto de más largo aliento en el C.N., que se extendería entre los meses de abril y julio, estuvo relacionado con el recambio de las autoridades. Mientras que las del Liceo y Bellas Artes fueron confirmadas, Camperchioli dejó en suspenso la designación de los Vicerrectores de los tres turnos del Colegio Nacional.37

Este silencio generó la inmediata reacción de los docentes del C.N., que decretaron un paro de actividades por tiempo indeterminado y suspendieron las clases el 19 de abril, a los fines de apoyar, esta vez, al Ing. Pallaro y al Vicerrector Ricardo Porto.38 Por el contrario, los estudiantes y algunos preceptores veían con buenos ojos el fin de la gestión anterior.

La presión ejercida del cuerpo profesoral hacia la conducción de la UNLP resultaba inédita en tanto habían sido las agrupaciones estudiantiles peronistas ligadas a la Tendencia y los delegados de ATULP, quienes habían propuesto muchos de los nombres de las autoridades de la UNLP desde mayo de 1973.

Por su parte, los estudiantes resolvieron una nueva toma y advertían “[con el fundamento] de “posibilitar la implementación de una política nacional y popular (...) mantendremos las medidas hasta tanto se aleje al Ing. Pallaro del cargo de Rector.”39

Se entraba, así, en un estado de asamblea permanente de todos los claustros de la institución educativa.

La situación resultaba exasperante para los padres que solicitaban, una vez más, se arbitraran los medios necesarios para normalizar el ciclo lectivo. Señalaban que, en la designación del cuerpo directivo del Colegio, se le daba más importancia a la extracción ideológica de las autoridades - “causante de la ruptura del orden institucional”- que a sus cualidades docentes y demandaban la preservación de un “sano ambiente” en el Colegio para sus hijos.40

La reyerta continuaba a fines de abril y, durante los meses de mayo y junio, se urdieron diferentes estrategias con el objeto de reanudar las clases y allanar el camino para encontrar soluciones a las diversas demandas y posiciones encontradas. En primer lugar, se estableció un acuerdo entre los docentes y Camperchioli a través del cual los nuevos Rectores del C.N. emanarían de votaciones secretas y democráticas de todos los claustros. Segundo, la tensa situación que atravesaba el Colegio se descomprimió con la aceptación del pedido de licencia de Pallaro y la disposición de su renuncia. En consecuencia, se nombró a Rubén Eloy Latorre a cargo del despacho con funciones de Rectoría. Latorre provenía de las filas del claustro no docente; trabajaba en el Colegio desde el año 1946 y diez años después, era declarado cesante. Como todo el personal de la UNLP limitado en sus funciones desde 1956, fue reincorporado el 13 de noviembre de 1973.

En este contexto, El Día tomó nota de las declaraciones de Pallaro donde expresaba sus impresiones acerca del accionar de los jóvenes y los adultos:

[No tengo intención de] alentar o desalentar a quienes sustentan distintas posiciones dentro del establecimiento. El Rector de la Universidad es la única autoridad para decidir en esta situación. Yo respeto plenamente a la autoridad constituida, más aún, en estos momentos, en que otros, quizás impensadamente, pretendan restringirla (...) A mí me preocupa la nación, y en tal sentido procuro que la gente joven sepa ocupar con dignidad las posiciones que dejamos. Nosotros, los mayores, debemos ser el modelo porque no debemos olvidar en ningún instante que los alumnos nuestros están en la edad de la perpetua búsqueda de su personalidad, lo cual es condición fundamental del adolescente (…) Cumplo una etapa, pero quiero cumplirla con autenticidad y tratando de que nosotros seamos el modelo para los jóvenes (…) Yo inicié esta experiencia el 27 de junio de 1973 y comprendo que lo único que sucede en el Colegio Nacional es el apuro del joven, motivado por los desaciertos de los mayores. (…) los grandes debemos dar los límites en todos los aspectos para forjar el clima de estudio, objetivo y subjetivo, de las cosas nacionales.41

Pasaron muchas asambleas, reuniones y tensos debates durante el mes de mayo y principios del mes de junio, hasta que el cuerpo docente y no docente eligió por amplia mayoría al Profesor Hugo Satas, el mismo que fuera Vicerrector de Carasatorre y, más tarde, Rector del C.N. entre los años 1978 y 1979. Satas ganó por 204 votos a favor (el 82 % de los votos), 43 votos en blanco y 2 impugnados sobre un total de 300 profesores. Casi el 70% había apoyado dicha elección. La respuesta de la presidencia no se hizo esperar. Un funcionario de la UNLP acusó de “gorilas” a los profesores del Colegio y los docentes respondieron: “[pedimos] soluciones antes que agravios e insultos que no podemos tolerar de ninguna manera.”42

¿Dónde fueron los 51 votos restantes? El otro candidato de los profesores era Mario Ibarra, por entonces un joven profesor de Psicología, apoyado por el grupo de docentes “progresistas”, según se identificaron algunos entrevistados que formaban parte de este grupo, cuyo peso era, evidentemente, mucho menor que el de los profesores “tradicionales”, “más conservadores” que votaban a Satas por su trayectoria académica y el reconocimiento profesional dentro del colegio.

Paradojal resultó, asimismo, la elección del claustro estudiantil quien, más allá de todos los pronósticos, propuso y votó entre los candidatos, también, a Hugo Satas, quien resultó ganador43.

Así recordaba Hugo Satas esta elección:

No se daba clases en esa época, porque todo el mundo quería hacer la revolución (...) El Nacional fue como una especie de escudo frente a esa actitud de aquellos que querían hacer la revolución. La mayoría de los profesores no estaba de acuerdo con hacer eso. La mayor parte de los profesores querían seguir trabajando como trabajaban siempre (...) No recuerdo la toma. Como estábamos en un proceso revolucionario, se hizo una elección, primero con los profesores. Con los profesores gané yo, como Rector. Los profesores y la parte administrativa. Y se quiso hacer también una asamblea con los alumnos para que se decidiera hacer la elección allí. Pero dos chicas, muy hábiles ellas, dijeron, no, vamos a elecciones y los tontos revolucionarios dijeron, vamos a elecciones. Y los estudiantes me votaron a mí. Demostrando que las asambleas se mueven como quieren. No asumí como Rector porque vino la orden de la presidencia de la Universidad.44

Por primera vez, se ejercía una práctica de acción directa a través de asambleas y votaciones de todos los claustros. El resultado: a pesar de que los docentes advertían sobre el riesgo de una intervención en el Colegio, desde la presidencia de la Universidad se desconoce el proceso eleccionario, tal como señala Satas, que realizan los profesores y los estudiantes y se designa, por decreto, a Raúl Tierno como Rector, en lo que fue una clara manifestación de fuerzas respecto de la autonomía del Colegio y la fuerzas políticas que conducían la UNLP45.

Una ex alumna, comprende esa votación en los siguientes términos y visibiliza la relación de fuerzas que existía entre los diferentes actores políticos que tenían mayor peso dentro de la UNLP46:

Entrevistadora: ¿Y cómo les fue en esa votación?

Ex alumna: Como el culo. En realidad los que terminan eligiendo al Rector (…) son los de la UES. Es la relación entre la UES y el Rector de la Universidad, ahí está la toma de decisión. No fue ninguno de los candidatos que se habían votado. No.

Acompañaron al Rector del C.N. los siguientes tres Vicerrectores: el abogado Jorge Alberto Quitegui47 en el Turno Mañana, la escribana María Adela Chiappe48 en el Turno Tarde y el profesor de Historia, Jorge Levoratti49, en el Turno Noche, por Disposición N° 167, del 1° de julio de 1974.

Esta gestión tuvo que enfrentar otra toma pero con un ingrediente diferente: el 22 de agosto de 1974, algunos líderes Montoneros que no pertenecían al Colegio pero que encontraron apoyo logístico de los estudiantes de la UES del C.N y otros colegios secundarios, tomaron las instalaciones escolares para realizar un acto conmemorativo a dos años de la masacre de Trelew. Un testimonio recuerda el hecho de esta manera:

Fue un Montonero, cerramos el Colegio, cerramos el Salón de Actos. Nadie podía entrar ni salir. Fue gente de afuera (...) Lo organizamos nosotros. A las 10hs, dijimos, iba a ir un Montonero, que nunca supimos quién era, creo que después lo mataron, que era un cuadro importante. Era un Montonero, no era un boludo de la JUP (…) Se hizo en los tres Colegios. Liceo, Bellas Artes y Nacional. Escalonado. A las 9, a las 10 y a las 1150. Era un acto, todas las organizaciones iban a tener su momento para hablar, cuando le toca a la UES, tuc, se cerraron las puertas, nadie podía entrar ni salir (…) Habló un tipo muy esclarecido, incluso tengo la idea de que el discurso fue muy sólido. [Yo estaba] en la puerta, cuidando que nadie salga. Y escuchaba de paso. Por eso me acuerdo que estaban Fefa y Patulo (…)51

Otros lo recordaban así:

Testimonio 1 “[Se me acerca y dice]: “primero va a hablar la UES”, “bueno, no hay problema, Caña”, y me dice (…) “no anuncies a la UES, anuncia a un compañero de la agrupación Montonera” (…) “Bueno, hablará el compañero..”, y todos habíamos arreglado que cada uno tenía 10 minutos...(…) Apareció un flaco de 30 y largos años...Fue una situación un tanto incómoda...Me vengo atrás y me quedo así, escuchando, ¿viste?. El tipo así, en el escenario, y atrás lo tenía a Luis y al Zeta, entonces, Luis me dice “che, eran 10 minutos…(..) hay que ir a pararlo”, “bueno, vayan”, “no, no, tenés que ir vos”. El tipo estaba hablando como si fuera una conferencia de Montoneros, apoyado por la UES (...) Fui y le dije “le vamos a pedir al compañero, por favor, tenemos 10 minutos cada agrupación así que termine”, y medio el tipo dice “bueno, yo pensé que acá había libertad para expresarse, pero veo que no”, pero terminó y se fue. Y después siguió el acto con todas las discusiones. No nos dejaban salir del salón del acto….Cuando vuelvo a la división, el Caña me dice “los estudiantes del Colegio Nacional perdieron una oportunidad histórica de conocer a Montoneros por culpa tuya (...)

Testimonio 2“ Se armó un quilombo, porque los padres, los más reaccionarios, se movilizaron en masa y fueron al colegio...Algunos proponían formar piquetes de padres que anduvieran patrullando por el colegio para evitar que los chicos fueran a las asambleas…52

Tal como recuerda el entrevistado (Testimonio 2), se produjo en verdadero escándalo no solo en el Colegio y la UNLP sino también en las familias de los estudiantes y en la comunidad platense en general. En un informe dado a difundir por Tierno, expresaba:

Es incierto que el Colegio Nacional haya sido tomado por la organización alguna, como es incierto que las autoridades se hayan ausentado. Por el contrario, permanecieron durante todas las horas expectantes a los fines de asegurar el orden y la tranquilidad, lo que se consiguió plenamente (...) Se recordó la muerte del compañero Vallese, la de los detenidos en Trelew y todos los mártires caídos en la lucha por la liberación nacional.53

Por su parte, el cuerpo de delegados del turno mañana emitió una declaración llamada “A la opinión pública” que, según la DIPPBA, circuló en forma de panfletos “que se encuentran en las inmediaciones del Colegio, en 1 y 49”, donde manifestaban:

Los estudiantes del Colegio Nacional nos vemos en la necesidad de tomar medidas ante la actitud gorila del Diario “El Día” que ha pretendido con versiones inexactas, crear un nuevo desorden en nuestro colegio. Atacando directamente a las autoridades, atenta contra el actual proceso de normalización, que si bien está en estado de parálisis, es perfectamente encausable. Con respecto a la toma del colegio por la organización Montoneros, debemos aclarar que no fue tal. Solo se trataba de un acto convocado por el cuerpo de delegados, al cual concurrieron todas las tendencias para hacer una recordación de los compañeros combatientes, como medida de seguridad, se controló la entrada y salida de personas del establecimiento. La presencia de esta agrupación no fue por la fuerza.

Repudiamos también el intento de crear un clima caótico por parte de un grupo armado que efectuó varios disparos dentro del Colegio. Este hecho no sirve más que para acrecentar el avance de la derecha contra las autoridades y para debilitar a los estudiantes.

Cuerpo de delegados

Colegio Nacional, Turno Mañana.

Ninguno de los testimonios recordó los disparos aludidos en el panfleto. Las autoridades del C.N., como todas las de la UNLP, renunciaron el 8 de octubre de 1974, fecha en que grupos armados de la CNU con apoyo de las fuerzas parapoliciales del gobernador de la Pcia. de Buenos Aires, V. Calabró, asesinaron a Rodolfo Achem y Carlos Miguel, dos dirigentes peronistas que habían encarnado el proyecto de la Nueva Universidad que se gestara en el seno de la FURN y que condujo a la UNLP desde mayo de 1973. A partir de entonces, vinieron los días aciagos para la casa de altos estudios de la ciudad. Intervenida por el P.E.N., en el mes de noviembre, llegaba desde la Universidad Nacional de Mar del Plata Pedro José Arrighi al cargo de Rector Interventor y, con él, se abrieron las puertas para el avance de la derecha peronista en la Universidad Nacional de La Plata, que ya venía operando fuertemente desde los años previos. En el Colegio Nacional, la Disposición N° 31 del 19 de marzo de 1975, designó a más de 20 preceptores entre los que se encuentran reconocidos miembros de la CNU platense. Ese año, fue el inicio de un largo ciclo de disciplinamiento autoritario y represivo en el Colegio, antesala de lo que sobrevino con el golpe de estado cívico militar en 1976.

Conclusiones

Este texto, articulado en torno a la reconstrucción de los acontecimientos que hace el diario El Día de la ciudad de La Plata, junto con testimonios de la comunidad educativa y los documentos institucionales, reconstruye el despliegue de un abanico de estrategias que visibilizan las formas que va adquiriendo la dinámica de politización de la cultura escolar y las tensiones que se producen en materia de gobierno de la escuela. El ciclo aquí estudiado, que abarca entre junio de 1973 y agosto de 1974 fue, en este sentido, altamente significativo en tanto síntoma de un proceso más amplio donde se pusieron en juego cuestiones centrales de la historia reciente de nuestro país, enfocadas desde la relación que puede establecerse en política y educación.

En primer lugar, queremos señalar que la mirada sobre la historia institucional del Colegio permite, en tanto estudio de caso, leer otros procesos sociales y políticos más amplios y comprenderlos a la luz de sus propias particularidades. En este sentido, este análisis no escapa a la lógica del período signado por la tensión entre la ola de movilización que se desarrolla contra la dictadura de la Revolución Argentina y la instauración de un gobierno democrático en 1973, que intenta canalizar en marcos representativos y legales, la herencia de un complejo y multifacético conglomerado de fuerzas en lucha.

Segundo, la reconstrucción de los acontecimientos del Colegio y su vínculo con la UNLP, permitirá, en futuros trabajos, ligar esta historia particular con una más amplia de estudios sobre las instituciones educativas de nivel secundario. Existen varias investigaciones en esta línea pero entendemos que el vértice que ilumina la cuestión como una problemática que alcanza la redefinición de los sentidos de la autoridad resulta todavía poco explorado. Así, esta especie de crónica acontecimental basada en El Día, nos resulta pertinente en dos puntos: el primero, en tanto que resulta posible tomar nota acerca de que la UNLP no funciona como un todo armónico; la situación conflictiva dentro de la Universidad y la posición que asumen los diversos actores de la comunidad educativa resulta más que evidente a través, por ejemplo, de la intervención que hace la conducción de la casa de estudios sobre la dinámica institucional del Colegio. Segundo, porque el matutino local representa un tipo de imaginario societal que, a través de su voz, busca disciplinar a los jóvenes en regímenes tradicionales de autoridad. La expresión más clara de este imaginario la constituye el colectivo “padres” al que, el periódico, le otorga un lugar preponderante en tanto voces que representan el control, la disciplina y el encauzamiento de los jóvenes.

A partir de lo anterior, resulta sustancial tener en cuenta un análisis que interpela la relación entre adultos y jóvenes, en un clima donde lo que impera es la resignificación de los vínculos generacionales y la crisis con la autoridad en el más amplio de los sentidos. La presencia de los padres, invisibilizados por los testimoniantes de este trabajo e, incluso, por las mismas investigaciones histórico educativas, daría cuenta de esta compleja relación de fuerzas que empieza a cuestionarse luego de la segunda posguerra a la luz de las transformaciones sociales y culturales y que los estudios sobre prácticas juveniles ha desarrollado en las últimas décadas (Manzano, 2017).

A propósito, es posible advertir que en las investigaciones sobre militancia estudiantil de los colegios secundarios o en aquellas que analizan el lugar que tuvieron los jóvenes en las décadas de 1960 y 1970 en clave generacional, se haya exagerado la autonomía en las acciones de los estudiantes cuando, en realidad, ellas se realizan dentro de determinados límites. Entre ellos, insistimos, la autoridad, el orden y la disciplina pero también una serie de representaciones legitimadas acerca del rol de los jóvenes y los adultos en la sociedad y, particularmente, en la escuela.

Asimismo, nos proponemos mostrar que, si bien el Colegio Nacional “Rafael Hernández” forma parte del circuito de pregrado de la universidad local y adquiere por ello, una cultura institucional específica, también es cierto que, frente a ella, posee la capacidad de ejercer una autonomía relativa. Ella se asienta, entre otras cuestiones que se deslizan en este trabajo, sobre la base de un cuerpo de profesores conformado históricamente, en su gran mayoría, por profesionales liberales de clase media, con estudios superiores a los cuales, para la coyuntura ´73-´74, el peronismo les resultaba demasiado incómodo. En este sentido, las políticas emanadas desde la UNLP pueden resultar resistidas y cuestionadas por las instituciones educativas de la casa de estudios a través del ejercicio de una autonomía relativa y, viceversa, desde el Rectorado, desconocer esa capacidad de acción y estrategia. El resultado fue, para el período y el caso que estudiamos, la imposición de los Rectores peronistas en el Colegio cesanteados por “La Libertadora”, en un acto, creemos, de reparación histórica. En materia de gobierno escolar, el Colegio Nacional no solo estuvo sometido a las pujas entre los diferentes claustros y miembros de la comunidad educativa sino también por la presidencia de la UNLP que revocaba cualquier intento de autonomía.

Por último, pero no menos importante, queremos señalar que algunas de las personas entrevistadas y/o que participaron de algunos de los acontecimientos que se relatan y aparecen en este texto, hoy forman parte de la lista de detenidos desaparecidos del Colegio Nacional. Otros estuvieron en centros clandestinos de detención y tortura y partieron luego hacia el exilio. Algunos, continúan fuera del país mientras que otros persisten, como dijo un entrevistado, “en la búsqueda de los que faltan”. El pasado trágico de la Argentina reciente se interpone, se filtra, en el relato de una historia institucional que aborda las estrategias de politización y las disputas por el gobierno escolar en las instituciones educativas de la UNLP.

Fuentes

Fuentes documentales del Colegio Nacional “Rafael Hernández” y la UNLP

  1. Legajos de profesores

  2. Resoluciones Generales UNLP-Sala La Plata

  3. Resoluciones de Rectoría 1973/1974 - Archivo Colegio Nacional Rafael Hernández- UNLP

  4. Disposiciones de Rectoría 1973/1974 - Colegio Nacional Rafael Hernández Archivo UNLP

Otros documentos

  1. Archivo de la DIPPBA

Fuentes periodísticas: Diario El Día- Años 1973/1974.

  1. Fernández, O. (12 de mayo de 2016). Ranking de la OMS ubica a Coyhaique como la ciudad más contaminada de América. La Tercera, p. 21.

  2. (19 de junio de 1973). El Colegio Nacional fue ocupado por estudiantes. El Día, p. 5.

  3. (10 de junio de 1973). Declaración de Docentes del Colegio Nacional. El Día, p. 5.

  4. (23 de junio de 1973). Alumnos del Colegio Nacional difundieron ayer una declaración. El Día, p. 5.

  5. (26 de junio de 1973). La situación en el Colegio Nacional. El Día, p. 5

  6. (27 de junio de 1973). Personal No docente apoya al Rector del Colegio Nacional. El Día, p. 5.

  7. (28 de junio de 1973). Aceptáronse las renuncias de los tres Vicerrectores, El Día, p.5

  8. (29 de junio de 1973). Colegio Nacional: tampoco hubo clases durante la víspera. El Día, p. 5

  9. (30 de junio de 1973). Hubo ayer clases en el Colegio Nacional. El Día, p.5

  10. (4 de abril de 1974). Irregular actividad docente en los Colegios de la Universidad El Día, p.5

  11. (6 de abril de 1974). Fue impuesto el rector de la Universidad sobre situación de los tres colegios. El Día, p.5

  12. (9 de abril de 1974). En la próxima se conocerán las designaciones en la Universidad local. El Día, p.5.

  13. (17 de abril de 1974). Designáronse autoridades en la Universidad local. El Día, p.5

  14. (20 de abril de 1974). Suspendieron las clases en el Colegio Nacional de la Universidad local. El Día, p.5

  15. (23 de abril de 1974). Se reanudarían las clases en el Colegio Nacional. El Día, p.5

  16. (25 de abril de 1974). Fue ocupado el Colegio Nacional. El Día, p.5

  17. (28 de abril de 1974). Mi renuncia está a disposición de las autoridades. El Día, p.5.

  18. (5 de junio de 1974). Preocupa la situación del Colegio Nacional. El Día, p.5

  19. (23 de agosto de 1974). Durante tres horas estuvo ayer ocupado el Colegio Nacional. El Día, p.5

Referencias bibliográficas

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Notas

1 Este trabajo es resultado de un recorte de la Tesis de Doctorado en curso que estudia el Colegio Nacional “Rafael Hernández” entre los años 1973 y 1976.
2 En este texto aparece también como C.N.
3 Tomamos el genérico masculino para referirnos a los progenitores y/o tutores que participaban de los acontecimientos que se relatan y porque bajo esa figura se los nombra en el diario El Día.
4 Adherimos a las nociones que Poggi, Tiramonti y Frigerio advierten sobre el gobierno escolar y a sus cuatro dimensiones: institucional, administrativa, pedagógico didáctica y comunitaria.
5 La comunidad educativa se entiende, en este caso, como un conjunto de sujetos que comparten un espacio y una preocupación por encontrar soluciones a problemas sentidos como comunes; implica la pertenencia y la participación como dimensiones centrales de la misma (Frigerio, Poggi y Tiramonti, 1992)
6 Para este trabajo se toma la decisión metodológica de no publicar los nombres de los entrevistados por cuestiones de preservación de identidad. Sólo se mencionan algunos rasgos de su trayectoria educativa a los fines de contextualizar el fragmento del testimonio.
7 El Día se fundó en 1884. David Kraiselburd, fue su director desde 1961. El 25 de junio de 1974 fue secuestrado y asesinado el 17 de julio por un grupo ligado a Montoneros.
8 El Colegio Nacional surgió como Colegio provincial en el año 1885. Años más tarde quedó supeditado a la órbita nacional hasta que pasó a formar parte de la UNLP en el año 1905 y refrendado en la Duodécima sesión del Consejo Superior en el año 1907 (Biblioteca Dardo Rocha, Sala La Plata, Actas del Consejo Superior) Vale hacer notar que la denominación “Rafael Hernández” se adjudicó en el año 1973 por Res. N° 607 del 19 de julio, suprimiendo la mención “Instituto Modelo de enseñanza secundaria para varones”. En diciembre de 1954, el Consejo Superior de la UNLP había resuelto colocar dicho nombre pero por una Disposición del 10 de octubre de 1955, había sido dejada sin efecto. Resoluciones Generales-UNLP-Sala La Plata
9 Asociación de Trabajadores de la Universidad Nacional de La Plata
10 A las autoridades en el Colegio Nacional se las denomina Rectores y Vicerrectores. A la figura que conduce la la UNLP se lo llama Presidente. Para este período, la clasificación se superpone en los documentos y en la prensa: el Rector del Colegio y el Rector (sea normalizador o interventor) de la Universidad.
11 Fue regente de Estudios de la Escuela Práctica de Agricultura y Ganadería “María Cruz y Manuel Inchausti” entre el 10 de marzo de 1956 y 28 de febrero de 1963. Profesor del Colegio Nacional desde el año 1962 en las áreas de Filosofía y Psicología. Vicerrector entre el 7 de mayo de 1963 y el 13 de agosto de 1964 y Rector entre octubre de 1967 y 1973.
12 El 12 de junio de 1973 se estableció reincorporar ad-honorem a todo el personal docente y no docente declarado cesante por causas políticas a partir del 19 de septiembre de 1955. A través de la Res N° 294/73 de la UNLP se declaró una amplia amnistía para todas las acciones tomadas sobre el personal de la Universidad como consecuencias de las huelgas, dejándolas sin efectos en los legajos.
13 Rodolfo Agoglia nombró a personalidades del peronismo histórico y ligadas a la Tendencia en el Liceo Víctor Mercante y en el Bachillerato de Bellas Artes.
14 Profesor de Historia, docente del Colegio desde 1962 hasta 1980. Fue Vicerrector entre el 20 de marzo de 1970 y el 27 de junio de 1973 y Rector entre 1978 y 1979.
15 Profesor de Historia, docente desde 1950, dejado cesante en 1956, reincorporado el mismo año. Fue Vicerrector desde el 10/02/67 al 27/6/73
16 Profesor de Historia entre el 24 de julio de 1946 al 27 de mayo de 1956 y del 25 de octubre de 1961 al 1 de febrero de 1979 Vicerrector: del 2 de abril de 1956 al 31 de diciembre de 1956, del 11 de diciembre de 1957 al 21 de diciembre de 1957 y del 24 de octubre de 1966 al 12 de julio de 1973.
17 Comenzó como celador en la década de 1950 y preceptor, luego ocupó diversos cargos en la función administrativa.
18 El Colegio Nacional fue ocupado por estudiantes (19 de junio de 1973) El Día, p.5
19 Adaptación de entrevista realizada por la autora (en adelante A.E) La Plata, 7/6/2018. Egresado del Colegio Nacional en el año 1973. El entrevistado se identificó como militante del GUS, Grupo Universitario Socialista.
20 Alumnos del Colegio Nacional difundieron ayer una declaración (23 de junio de 1973) El Día, p.5
21 Se realizará una asamblea en el Colegio Nacional ( 24 de junio de 1973), El Día, p.5
22 Declaración de Docentes del Colegio Nacional (10 de junio de 1973) El Día, p.5
23 Personal No docente apoya al Rector del Colegio Nacional (27 de junio de 1973) El Día, p 5
24 Idem
25 La situación en el Colegio Nacional (26 de junio de 1973), El Día, p. 5
26 Adolfo Héctor Pallaro, profesor de Física desde 1° de octubre del año 1946 hasta el 16 de marzo de 1956, año en que fuera dejado cesante.
27 Ricardo Julio Porto era profesor de Dibujo y Norberto Emir Scasso dictaba clases de Psicología. La renuncia de Carasatorre fue aceptada el 31 de diciembre de 1973. Giles continuó siendo el Secretario.
28 Aceptáronse las renuncias de los tres Vicerrectores (28 de junio de 1973), El Día, p.5
29 Colegio Nacional: tampoco hubo clases durante la víspera (29 de junio de 1973) El Día, p. 5
30 Hubo ayer clases en el Colegio Nacional (30 de junio de 1973) El Día, p.5
31 Declarado cesante en 1956, reincorporado en 1973 como Profesor Adjunto de la cátedra de medicina legal en julio de 1973 y Titular Interino de la cátedra de Psiquiatría.
32 Sindicato de Obreros y Empleados de Minoridad y Educación
33 Para los estudios sobre estética escolar nos basamos en los trabajos editados por Pablo Pineau, Silvia Serra y Myriam Southwell, (Pineau, Serra y Southwell, 2018).
34 Irregular actividad docente en los Colegios de la Universidad (4 de abril de 1974) El Día, p.5
35 Fue impuesto el rector de la Universidad sobre situación de los tres colegios (6 de abril de 1974), El Día, p.5
36 En la próxima se conocerán las designaciones en la Universidad local ( 9 de abril de 1974), El Día, p.5. Estas medidas se dejaron sin efecto según obra en una nota de El Día, 3 de mayo de 1974.
37 Designáronse autoridades en la Universidad local (17 de abril de 1974), El Día, 1974, p.5
38 Suspendieron las clases en el Colegio Nacional de la Universidad local (20 de abril de 1974), El Día, p.5
39 Fue ocupado el Colegio Nacional (25 de abril de 1974), El Día, p.5
40 Se reanudarían las clases en el Colegio Nacional (23 de abril de 1974), El Día, p.5
41 Mi renuncia está a disposición de las autoridades (28 de abril de 1974), El Día, p.5.
42 Preocupa la situación del Colegio Nacional (5 de junio de 1974), El Día, p.5
43 La elección de los estudiantes arrojó los siguientes resultados: Hugo Satas 447 votos; Mario Ibarra 239; Jorge Levoratti 99.
44 A.E. La Plata, 10/07/2010. Vicerrector del Colegio Nacional entre los años 1970 y 1973 y Rector entre 1978 y 1979.
45 Rector del Colegio Nacional entre el 24 de junio al 8 de octubre de 1974. Previamente fue celador entre los años 1934-1941 y Profesor entre 1953 y 1955. Fue declarado cesante entre 1955 y 1974. Dictaba la asignatura Nociones de Derecho e Instrucción Cívica. Durante la dictadura, fue exonerado de la Justicia y en la democracia fue Fiscal de Cámara. Su hijo, Patricio Tierno, fue asesinado en la masacre de Margarita Belén el 13 de diciembre de 1976.
46 A.E. La Plata, 14/07/ 2014. Actualmente se desempeña como profesora de Historia en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la UNLP.
47 Abogado laborista era, para entonces, el representante legal de la JP platense. Falleció en un accidente de tránsito en 1987, en Florencio Varela, cuando formaba parte de la administración de Carlos Alderete, Ministro de Trabajo del ex Presidente Raúl Alfonsín.
48 Militante de Montoneros, fue secuestrada junto con su hija, el 12 de febrero de 1978 en las cercanías de Camet. Ambas permanecen desaparecidas.
49 Se lo reconoce uno de los fundadores de la FURN.
50 El Diario El Día solo tomó nota del evento producido en el Colegio Nacional y no hace mención respecto de los otros dos colegios secundarios de la UNLP.
51 Adaptación de una entrevista colectiva realizada por la autora en la ciudad de La Plata, el día 23 de mayo de 2018. Quien testimonia militaba en la UES. Ricardo “Patulo” Rave era militante de la UES y fue asesinado por la CNU el 25 de diciembre de 1975.
52 Adaptación del diálogo en una entrevista colectiva realizada en La Plata por la autora el día 19 de mayo de 2018. Quienes testimonian, uno, militaba en la CIS; el otro, militaba en el PCR como dirigente estudiantil y estuvo secuestrado en la ex Comisaría 5ta de la ciudad de La Plata. Luego partió y murió en el exilio a principios de noviembre de 2020.
53 Durante tres horas estuvo ayer ocupado el Colegio Nacional (23 de agosto de 1974), El Día, p.5

Recepción: 02 Febrero 2020

Aprobación: 10 Marzo 2021

Publicación: 01 Abril 2021

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